Ya han pasado más de setecientos días desde que me diagnosticaron de leucemia. Muchos días, con muchas noches.
En esta recta final me siento cada vez mejor físicamente, de hecho estoy empezando a hacer algo de ejercicio. Muy poco: piscina y andar, y aunque me resulta durísimo, es muy gratificante poder volver a responder ante los esfuerzos físicos que requiere la vida cotidiana.
Psicológicamente hablando, creo que después de la gran lucha que vamos a realizar desde Pelones Peleones el día 22 de junio, me relajaré. El verano me lo voy a tomar como tal, pero en cuanto a la mente se refiere. Necesito desconectar de este tema, ha llegado un punto en el que ya no doy más de sí. Me he saturado de cáncer, leucemia, médulas óseas, donantes, guerras, quimios...
La leucemia si no se ha convertido en mi vida, si que conforma la parte más importante de ella. Y desgasta, desgasta mucho.
Siempre, cada día, en cualquier momento sale el tema a relucir, y no me molesta, pero si me tomase un tiempo sé que podré abordar todas las cuestiones que me planteo (y me plantean) con otra fuerza.
Puede que ese sea uno de los motivos por los que ya no escribo. Puede también que sea porque me encuentro bien dentro de mi rutina: de domingo a miércoles todo suele ir genial. Los jueves me pincho el metotrexate y el bajón es considerable, prolongándose a veces hasta el sábado.
Queda poco, sólo el verano, y los veranos pasan rápido. Aunque este para mí va a ser eterno.
Ánimo a todos, mucha fuerza y por favor, si os animáis a pasaros por la puerta del Ministerio de Sanidad el 22 de junio a las 11:00 de la mañana, estaremos todos los Pelones muy contentos de recibiros.