martes, 4 de septiembre de 2018

¿Y si... se está cerrando el paréntesis?

Todo llega y todo pasa.


Y llegó.
Después de casi 3 años, en febrero, se acabaron las muletas.
Poco a poco se fueron borrando los conceptos “dolor” y “limitado”.
Y, la normalidad, de alguna forma se volvió a hacer hueco.
Y por si no tenía mucho tiempo,
por si algo volvía a torcerse
salí ahí fuera, de nuevo, completamente desbocado,
como si así pudiese recuperar el tiempo,
que si bien no ha sido tiempo perdido,
nunca dejaré de sentir que me lo han robado.

Han pasado 8 meses desde que volví a Barcelona con una segunda cadera biónica.
Meses en los que, de alguna forma, he vuelto a sentirme como hacía años.
A veces me da por pensar en un ‘¿y si ya se ha acabado todo? ¿y si el paréntesis se ha cerrado?’
Y a pesar de que lo siento próximo,
no me confío, por conocerme,
y porque este cuerpo es capaz de devolverme otra hostia (una más) cuando menos me lo espere.

Antes de cumplir los 20 años perdí la potestad de decidir cómo, cuándo, dónde y con quién,
Pasé a depender. Y... 8 años de dependencia dan para mucho:
Depender del tiempo y las ganas de los demás para recibir una visita en el hospital.
Depender de la analítica para poder dormir en casa.
Depender de un millón de citas médicas para planificar mi vida personal.
Depender de la cara de una bata blanca. Susto o muerte, lo normal.
Depender del dolor, o de que no duela.
Depender de pirulas y dos muletas,
Depender, cansado, de no tener nunca las riendas.

He vuelto a releerme,
y ahora me veo desde otra perspectiva.
Las últimas entradas las escribí frustrado y con mucha rabia,
tanta, tanta,
que me quedé sin mierda para seguir cagándome en el mundo,
Pero todo llega y todo pasa, 
y mañana no tocan ni agujas ni despedidas.  
Y sí, esta noche seguro que duermo en mi cama.

Sin saber aún, si ya se ha cerrado el paréntesis,
mientras dure esto… siento que cada instante de los 8 últimos años ha merecido la pena.
Por todo lo aprendido,
por en quien me ha convertido,
Y por ellos, que no pudieron,
y me hicieron entender que cada día gris es un día perdido.

Dije que a la vida le echaría un par de sonrisas,
y que vivir exigía algo más que respirar.
Y a pesar de que han sido demasiados los días en que me he vaciado y lo he llorado todo,
Si en estos últimos meses se me han empañado los ojos,
ha sido, aunque ni a veces yo lo crea, de jodida felicidad.

Antes de cumplir los 20 años perdí la potestad de decidir cómo, cuándo, dónde y con quién,  
Pero hoy, ahora y en este preciso instante,
a horcajadas de la vida, 
con cara de 'ahora te vas a cagar"
me follo cada segundo,
y así, causalidad tras causalidad,