lunes, 24 de septiembre de 2012

ADIÓS QUIMIO, ¡¡¡ADIÓS!!!

Después de 2 años, 2 meses y semana y media. De 805 días. De 19320 horas. De 1159200 minutos. De 69552000 segundos. O lo que es lo mismo, después de mucha lucha y esfuerzo, de un camino a veces ingrato y otras, extramademente gratificamente, después de mucho miedo, rabia, incertidumbre, alegría, lágrimas y sonrisas, después de millones de sentimientos indescriptibles, LO HE CONSEGUIDO. Se acabó la quimioterapia.

El jueves fui a la consulta algo más relajado. Tenía cita, y también dudas. El recuento de mi analítica fue flojillo, los niveles estaban algo bajos. Pero se resolvió de una forma inolvidable: "Elías, los leucocitos y los neutrófilos están bajos, ¿pero sabes por qué es? Por la Mercatopurina y el Metotrexate. Así que te voy a bajar la dosis. De hecho te la voy a bajar tanto, que se acabó. Fin". Y el doctor García Suárez, Julio para un pelón de 22 años, me miró con una complicidad infinita.
En ese momento una sonrisa de sentimientos contenidos se dibujó en mi cara. Cuánto tiempo llevaba queriendo escuchar eso, ¡cuánto! 
Mis padres se unieron a mi alegría.


Sin embargo, mi dosis de Metotrexate para el jueves ya estaba pedida, y Julio me dijo que después de tanto tiempo no podía despedirme a la francesa. Así que radiante, como si el "We are de champions" resonase en todo el hospital, me dirigí a por la última banderilla. Nunca había ido con tanto gusto.


Después de haber condicionado cada semana desde hace más de un año mi agenda por el maldito pinchazo, y de sus posteriores efectos secundarios, se acababa, sin más, por fin.


Sin embargo la guinda del pastel no la pondremos hasta dentro de unos días. El jueves que viene, día 27, me tienen que hacer el aspirado de médula de comprobación. Se acerca de nuevo el insufrible momento de quitarme la camiseta, ver la aguja de la anestesia en mi pecho, el escozor, sentir como luego entra esa especie de punzón hueco en mi esternón (que sensación tan repugnante), y por último el dolor que provoca la presión de esa plasta roja coagulada (y que un día fue invadida por unos bichejos muy hijos de puta) siendo absorbida por la jeringa.
¿A qué da asco? Pues os fastidiáis.
Por cierto, rezad, haced reiki, o el pinopuente si hace falta, necesitamos un 0,00000...000. Todo hace preveer que así será, pero si pegamos un último empujoncito todos juntos seguro que se nota. 

También quiero mantener los pies en el suelo, a pesar de que desde el jueves estoy en una nube. Los próximos 5 años las revisiones y el control será periódico. Es el tiempo estimado en que las posibilidades de recaída son mayores, así que a cruzar los dedos, y que esto no vuelva a suceder.
Por si acaso, y por si no también, seguid donando y concienciando a las personas de vuestro entorno para que donen médula ósea. Sabéis lo fácil que es, nada que ver con el mal rato que si que nos hacen pasar a los pelones.

En cuánto me puse el Metotrexate, subí a la planta 4ª del hospital, (sí, la misma en la que se rodó la peli con  el mismo nombre) ya que han cambiado a los pelones de la 6ªA a la 4ªB, a contarles el notición a esa otra gran familia que ayudó a que este momento llegase, y que tanto me cuidó.


Sólo estaban parte del mejor equipo de enfermeros y enfermeras del mundo mundial, y esta foto habla del momento de alegría que vivimos.

Espero tener una foto con todos, ¡hay que hacer mil más!

Y llegados a este punto, supongo que llega el momento de los agradecimientos, aunque creo los recogeré además en algo más emotivo que una simple entrada de blog.

Gracias equipazo por vuestra paciencia, vuestros consejos, vuestro cariño, por cuidarme, y por extralimitaros en vuestro trabajo. Porque yo nunca me he sentido como un paciente, me he sentido como el sobrino pequeño de muchas personas que me querían y a las que quiero con locura.
Gracias porque sin vosotros, sin darle ese calor especial a la planta, y sin las sonrisas que le poníais a cada día hubiese sido imposible. Gracias por todas la lista interminable de cosas que habéis hecho por mí. Y como no sé si seré capaz de dároslas en persona, porque llorando me pongo feo con lo guapísimo que soy, os lo dejo escrito para siempre aquí.

Gracias también a los doctores, porque el equipo de Hematología del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares es insuperable. Porque para ellos tampoco he sido un paciente más, eso se vive y se siente, y sin la tranquilidad que me han transmitido con su forma (y por supuesto, su fondo) de hacer, yo no habría llegado hasta aquí.
Es imposible no teneros en mis pensamientos unas cuántas veces al día, porque si hoy tengo lo que tengo es innegable adjudicaros el mérito de ser quiénes sois, como profesionales, y lo que me ha llegado más, como personas. Porque cuándo los que visten una bata blanca te sonríen y comparten tu lucha este camino se hace mucho menos pesado.
Así que si existen ángeles de la guarda, yo puedo ponerles nombres y rostros a los míos.

Gracias a Edu, en paz descanse, a Guaci, Raúl, Ángel, Mónica, Teresa y Óscar. Porque sin ellos vivir en un hospital no habría sido tan jodidamente genial. Un hospital sin juergas nocturnas no es un hospital, y ver a unos cuántos calvos de risas creo que es simplemente maravilloso. 

Gracias a mis amigos, a los que han estado a cada momento, y desde el primer día, tirando del carro. Ellos han conseguido que esta aventura haya sido apasionante y llevadera, y sobre todo, sentirme muy acompañado en unas circunstancias complicadas. Y con vosotros no me extiendo más porque luego os reís. Que seréis mis amigos, pero también sois tontos del culo como vosotros solos. Desde aquí hasta Alemania.

Gracias y mil gracias a mis pelones. Porque gracias a sus blogs, a sus vivencias y a su lucha, pude sentirme comprendido. Porque sois peleones, y porque quizás hayáis sido de esas cosas increíblemente especiales y preciosas que este camino me ha dado a conocer. Y con vosotros ya me he puesto ñoño muchas veces también.

Gracias a la Fundación Carreras por la labor que hace y la consideración que han tenido conmigo. Y gracias a los donantes de médula ósea que salvan vidas con ese pequeño gran gesto.

Mi tío es el mejor tío del mundo, y por extensión mi mejor amigo (compartiendo ranking con el antenista), y mi madre tan pesada que casi no la quiero. Mi padre me ponía las pelis del oeste cuándo se quedaba en el hospital conmigo, pero ronca y no le dejé quedarse a dormir ninguna noche. Ha sabido sufrir. Mis yayos tienen acciones en los bancos de bogavantes, y la melena que tengo ahora es por el arroz que me preparan. Y alguna prima de mi madre es casi más prima mía y se la voy a robar. Sara me quiso pelón y con mis circunstancias y de eso sólo es capaz alguien maravilloso.

Gracias a los URJCianos y a sus visitas multitudinarias (y no tan multitudinarias). Aunque gracias a mí descubristeis que el mejor tapeo está en Alcalá.

Gracias a la sopa por estar tan buena y calmarme la tripa. A las pastillas de dormir y al teleservicio de los restaurantes chinos. Y muy especialmente gracias a Esperanza Aguirre por haber tenido la consideración de no haber empezado a privatizar el hospital en el que me he curado hasta que he acabado el tratamiento.

Me dejo a gente a la que dar las gracias, sin duda. Es algo que sé de antemano, y estaré en la cama dándole vueltas y me sentiré fatal por ciertos olvidos. Sólo necesito un poquito de comprensión, escribir esto no es fácil, al contrario. Y aunque sé que los que han compartido estos más de dos años conmigo se merecen una mención como mínimo, sé también que ahora mismo los sentimientos no me dejan pensar con claridad.
Así que aviso a navegantes, a pesar de cualquier olvido, quien me ha regalado su tiempo y su cariño en los momentos más duros que jamás pude imaginar, que sepa que formará parte de mi vida para siempre. Es otra cosa que he aprendido de todo esto. Que pena que el cariño no pueda cambiarse por tiempo, porque si es por lo que os quiero, por mí, seríais eternos.

Gracias, mil gracias. Millones de gracias.
Entre todos... ¡¡¡LO CONSEGUIMOS!!!

Sólo ha costado 2 años, 2 meses y semana y media. 805 días. 19320 horas. 1159200 minutos. 69552000 segundos.
Sólo quedan 5 añitos más, (por protocolo, y SIN quimio) ;)


Ah sí, por cierto, una cosa más... A TOMAR POR CULO LA QUIMIO Y SUS EFECTOS SECUNDARIOS. Educadamente y eso.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Día 804

¡Hola pelones! ¿Qué tal estamos? Yo, agotado.

Después de semana y media de universidad me faltan fuerzas por todos lados. Pero. ¿sabéis qué? Sarna con gusto no pica, como bien dicen.
Estoy comprobando que la rutina cuesta casi tanto como me imaginaba. Pero me levanto con una sonrisa por las mañanas que no es normal. Me encanta saber que el despertador va a sonar y que me toca ir a hacer algo productivo.

Aunque también es cierto que estos días han sido jornadas de contraste. Quizás por el cansancio que me estaba pesando demasiado, o por verme tan cerca del final. Quizás por los miedos que me había empeñado en no reconocer, o quizás, porque las cosas simplemente pasan.
Me he obsesionado en querer escuchar tanto a mi cuerpo que puede que quiera tenerme "demasiado" controlado.
El caso es que el martes por la tarde, después de no encontrarme a tope, ni física ni mentalmente, desde hacía algunos días, me fui al hospital, directo a la planta de hematología.
Allí estaban mis mujeres, y además, mi SuperDoctora Martín.
Puse el brazo para que, por favor, me sacaran una analítica y no me fallaron. Todo estaba en orden. Lo que me había estado fallando los últimos días era la cabeza. Sí. Ansiedad, miedo, y un poquito más de ansiedad. Sólo eso explica que haya sido capaz de somatizar sensaciones que no podía tener. Sólo el llegar al hospital me alivió los síntomas de malestar, y el sentirme arropado por el pedazo de equipo del HUPA incluso hizo que me encontrase bien, fuerte y con energías renovadas.
Antes de que saliese del hospital habían llegado mis amigos, que ellos tampoco fallan. Y Sara. Estaban con mi madre. Mi tío llamándome por el móvil. En fin, en poco tiempo, otra gran demostración de los míos.

Mañana sigue programada la consulta de rutina que me tocaba, y nos aproximamos al final del mes. No sé lo que me deparará, aunque si sé que debo concienciarme de que la punción de fin de tratamiento está al caer. Sabéis lo que odio pensar que me están esperando con "la estaca". Pero es lo que toca. Y luego a ser muy positivos y pensar en muchos ceros.

Siempre he dicho que esta enfermedad era un 50% cabeza, un 40% medicación y un 10% suerte. He vuelto a ponerme las pilas, he vuelto intentar darlo todo en ese 50% que creo poder poner de mi parte. Lo de estos días  va a quedar en un simple punto de inflexión. Simple, pero a la vez muy importante.
Por si casualidad os veis en una situación parecida, recordad lo que dijo Aristóteles: "¡¡¡CON DOS COJONES!!!".

Y muchos besos y rutina para todos, ¡pedazo de pelones! :)

Por cierto, mirad que pedazo de vídeo, ¿qué? ¿qué no renueva las fuerzas?

domingo, 9 de septiembre de 2012

Día 794

ACABA EL VERANO Y VUELVE LA VIDA



Ha pasado mucho tiempo desde que, forzosamente, me vi obligado a hacer un enorme paréntesis en mi vida. El paréntesis ha sido, como siempre digo, como caminar en un túnel oscuro. Sabes que tienes que salir de él, pero por más que andas no ves la luz que hay al otro lado, la que marca el final del trayecto. En ocasiones crees ver algún destello de esa luz tan ansiada, pero no es así. Las ganas de verla te juega malas pasadas.

Pero esta noche es muy diferente, es muy especial. Mañana, por fin, me reencuentro con una vieja compañera: la rutina. Por fin va a llegar el día en el que el despertador suene por la mañana, temprano, luche contra la pereza, y me disponga a ir a la universidad. ¡Joder, por fin! Durante los dos últimos años, sobre todo al comienzo de ellos, sólo me he levantado temprano para pasar la mañana entre agujas, quimioterapia, salas de espera, y prepararme para lo que los doctores tuvieran que decirme. Esa espera, que muchas veces se hace eterna, sin ganas, sin fuerzas y lo peor de todo, con miedo e incertidumbre, haciendo que pasen millones de cosas por la cabeza. Cosas en las que me gustaría no haber tenido que pensar nunca.

Mañana habré ganado otra gran batalla a la Leucemia. Sé que no es una batalla definitiva, que la guerra aún se mantiene durante otros cinco largos años, como si de la guerra fría que tuvo en tensión a EEUU y la URSS se tratase. Una guerra silenciosa que sigue escondiendo millones de miedos. Todos esos miedos se resumen en volver al túnel, ver que el camino que tanto ha costado recorrer se deshace bajo mis pies sin que pueda hacer nada por culpa de esa palabra que no pienso mencionar.

Mañana espero que tan sólo sea el comienzo de "mi vida después de". Un comienzo que vuelva a hacer que incluso sea capaz de preocuparme por las tonterías más insignificantes del día a día. Tengo ganas de hacer una montaña de un problema cotidiano, de cualquier nimiedad. Creo que muchos me entendéis.

Sé que empezar con esta rutina de madrugar, pasar unas horas en clase, el viaje de ida y vuelta, no poder descansar cuándo el cuerpo me lo pida, coger apuntes, y estudiar me va a resultar muy pesada. Aún no he acabado el tratamiento, aunque parece que a finales de este mes podría llegar esa otra gran batalla ganada, y los efectos secundarios de la medicación, así como los dos años en blanco han hecho mucha mella en mí. 
Me cuesta pasar unas horas fuera de casa porque me sigo agotando, y por supuesto no tengo ni capacidad de concentración, ni memoria, ni sé cuánto esfuerzo mental me va a costar poder hacer la mitad del trabajo que hacía antes. Pero tengo que coger la forma, y es un objetivo que por supuesto me he marcado como meta cercana.
Sí, es cierto que lo veo un poco cuesta arriba, pero es una cuesta hacia arriba que voy a subir encantado. Sin olvidarme de escucharme, porque he llegado a comprender demasiado bien a mi cuerpo como para no hacerle caso ahora, cuando más lo necesita y más lo necesito.

Así que así acaba mi verano de más de dos años, con incertidumbre, y un nudo en la garganta si echo la vista hacia atrás, pero con mucha ilusión.

Os iré contando cómo afecta la subida del IVA al precio de los cafés y las cañitas de la cafetería de la universidad. Y por supuesto si por fin dejo la quimioterapia este mes, que en la última consulta me dijo el doctor que quería verme el día 20 y si todo seguía bien dar por finalizado mi gasto a la Seguridad Social, con el correspondiente aspirado de médula (con el que ya tengo pesadillas) en octubre, comprobando que todos esos bichos siguen teniendo forma de cero, seguido de una coma y muchos otros ceros.


Mañana, cuándo me monte en el coche voy a poner esta canción a todo volumen: